El siguiente artículo queremos dedicarlo a, quizás, la herramienta más común y utilizada con nuestros perros junto al collar. La correa.
Pese a ser, como hemos dicho, uno de los instrumentos más comunes en nuestro día a día con los perros, muy a menudo el uso que hacemos de ella no es el correcto. La correa no es únicamente la herramienta por la cual tenemos controlados a nuestro perro y nos sirve para guiarle durante nuestros paseos. La correa también es un potente trasmisor de emociones, las nuestras, al perro.
Por ejemplo. ¿En cuántas ocasiones hemos presenciado a dos perros que a unos metros de distancia están enfrentados, tirando con todas sus fuerzas de la correa, y ladrándose uno a otro?. Esa tensión que hemos indicado, en muchos de estos casos, no hace más que potenciar su estado emocional, disfrazando este de agresividad. En esos casos, si desapareciese la tensión de la correa, desaparecería con ella la situación descrita.
Para ello vamos a suponer que tu perro ya no tiene ningún problema para que se le coloque su collar y que sentir que está unido a nosotros a través de una correa no es ya ningún problema. Mientras tu perro no haya aceptado el uso del collar y la correa, estas herramientas serán artículos incómodos, restrictivos y no aceptados por él.
También vamos a suponer que usas la correa correcta, ligera, resistente, flexible y de 1 a 2 metros. Todas estas características serán consideradas según la raza y el peso de nuestro perro.